A la manera religiosa

Este escrito es para ti si tu vida se encuentra en un despertar, si estás lleno de preguntas espirituales que la religión no ha podido responder y si te sientes lleno de insatisfacción aun cuando haces todo el esfuerzo para cumplir con lo esperado de ti.

Muchos años de mi vida, viví entregada a una creencia religiosa. Al inicio, encontré alguna satisfacción o algunas respuestas, pero al cabo de algún tiempo ya no parecía haber respuesta alguna a todo aquello que estaba buscando mi interior.  Me sentía física y mentalmente agotada, pero por sobre todas las cosas, insatisfecha con todo. Me congregaba en un lugar donde, para sentirte bien con Dios o creer que lo estás agradando, se te imponía una demanda de un “hacer” continuo. Y es que, en una vida religiosa, todo se trata de vivir haciendo y haciendo hasta el cansancio. Es como si a Dios le hubiera faltado una gran obra por terminar y aquellos que decimos que lo amamos o que somos sus hijos se nos impone esto como misión de vida.

Lo más difícil y agotador de todo es que apenas puedes vivir tu propia vida, porque estás tan ocupado tratando de “hacer” las cosas “para Dios”, que no tienes tiempo para vivir la vida que Él te regaló o disfrutar las bendiciones que te dio. Se nos enseña que todo puede o debe esperar, no hay tiempo para la familia, la socialización y mucho menos para la diversión. Hemos sido programados para que funcione así y vivamos conforme con eso, sin cuestionar.

Nos dicen que somos libres del pecado porque ya Cristo pagó por ellos en la cruz del Calvario, pero nos enseñan a vivir llenos de culpa y de carga, como pecadores que necesitan vivir pidiendo perdón de continuo. Hay incluso actividades que no puedes hacer y lugares a los que no puedes visitar porque se consideran pecado. Entonces te preguntas, ¿de cuál pecado fue que Cristo nos redimió? Si tengo que vivir guardándome de todo y arrepintiéndome de continuo. Entonces pareciera que algo le faltó a esta “salvación”. Y así sucesivamente, podría mencionar muchas otras cosas que vives cuando practicas una creencia religiosa en lugar de una espiritualidad.

Pero sin yo esperarlo llegó mi despertar. El Padre, la Fuente por excelencia, el Universo o como tú quieras reconocerlo o llamarlo, fue dirigiendo mi vida a encontrar respuestas. Todas aquellas que la religión y una vida llena de prácticas agotadoras que, solo consumían mi tiempo, mis fuerzas y ocupaban mi agenda, pero no provocaban en mi ningún cambio, transformación o crecimiento, llegaron a mí. Mi vida fue llevada hacia un mover espiritual que me ha llenado de satisfacción, cambios y respuestas en todas las áreas.

Ya no hay corre y corre en mi agenda gastada entre reuniones y actividades en las que solo se manifestaban puras emociones, pero al final todo el mundo salía siendo exactamente igual y nunca había nada nuevo ni diferente en la vida de nadie. Me cansé de que me predicaran a un Dios tan grande y maravilloso, pero me modelaran una vida llena de miseria, amargura, pobreza y enfermedad. Ese no podía ser el Dios del que yo tanto había escuchado.

Hoy vivo una vida de cambios, llena de respuestas y de continua expectativa, porque ya no se trata de lo mucho que puedo “hacer” para Dios, sino de todo lo que realmente puedo SER en Él. Y eso, amigo que me lees, es una gran diferencia.

No sé si tú también tienes una agenda llena de actividades o de igual manera aprendiste de todo lo que es necesario “hacer” para agradar a Dios. No sé si hoy también tienes preguntas o tu vida está llena de insatisfacción por no encontrar algo que traiga el cambio que tanto has anhelado. Lo que, si puedo decirte amigo lector, es puedes escoger entre “hacer”, a la manera religiosa o sencillamente puedes comenzar a SER lo que ya el Padre dijo que eres. En Él no obtienes nada por lo mucho que te esfuerzas por hacer, sino que, Él te bendijo porque determinó lo que tú ya ERES y eso nadie te lo puede quitar. Este es tu tiempo de SER todo lo que fuiste llamado a ser desde antes de la creación del mundo y todo lo que tu Padre celestial diseñó para ti. Solo tú eliges.