Desde arriba

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Trabajo en el piso 14 de un edificio de 17 pisos. Como bendición, tengo el privilegio de sentarme justo frente a una amplia ventana de cristal que me permite ver los más hermosos paisajes que el cielo regala. Desde mi ventana he visto como llueve para un área, mientras que para otra hace un radiante sol, veo hermosos vuelos de diferentes aves que dejan sentir como disfrutan la libertad de la expansión de un cielo abierto, veo un desfile de aviones que pasan tan cerca, que hasta puedo ver con claridad su color, veo un espectáculo de nubes de todos los tamaños y colores que las nubes pueden tener, veo un hermoso canal de agua donde se refleja el sol y cada rayo  toma fuerza para brillar, veo los edificios hasta el viejo San Juan y la cúpula del  Capitolio casi como si fuera una foto a puro color. En fin, disfruto a diario de cosas que desde abajo no podría ver ni imaginar.    Y ciertamente, no es lo mismo mirar las cosas desde el primer piso, que verlas desde arriba.  La perspectiva no es la misma.  En la medida que voy disfrutando todo ese desfile de cosas que me brindan una nueva experiencia diaria, pienso en como Dios lo ve todo desde arriba.  Porque, mirando desde allá arriba todo se ve más pequeño y, distinguir nuevos espacios,  lugares, salidas, nuevas calles, otras rutas se hace más fácil.  Y así es como pienso que quiere Dios que pueda verlo todo, desde arriba. Como Él lo ve. Dios nos dio en nuestro espíritu la capacidad de ver como seres eternos, y eso te permite entender que cuando puedes ver de arriba hacia abajo, puedes encontrar con mayor facilidad la salida de un problema o una respuesta esperada. Desde arriba, los problemas y circunstancias que pueden ocurrir se ven más pequeños y hasta con menor importancia. Cuando ves desde arriba, lo de abajo no te impresiona, no te afecta, no te captura,  porque ves tanta belleza y espacio en las alturas que solo capta tu atención la grandeza, la amplitud, la inmensidad, lo colorido, lo evolutivo de la creación. Y es justo ahí donde puedes ver a Dios. A Dios no lo puedes encontrar abajo, a Él lo vas a encontrar en la grandeza, en la inmensidad, en lo eterno. Lo que está abajo, lo terrenal solo te distrae de la grandeza de Dios. Dios no está ahogado en preocupaciones ni problemas ni depresión ni tristeza. Tampoco quiere que te lo estés. Su anhelo es que, al igual que Él, hoy puedas mirarlo todo desde arriba. No dejes que lo insignificante, lo pasajero, lo terrenal, los problemas, te absorban y te priven de disfrutar lo mejor del paisaje que el Creador diseñó para ti. No hay nada que no tenga solución, no hay imposibles para mi Dios. Empieza a mirar desde arriba y descansa en Él. Confíale todas tus situaciones y disfruta de su grandeza, de su inmensidad, de lo eterno, de lo que no tiene límites y descansa en Él.  Deja que su gracia, su amor y su justicia te cubran hoy.  Porque al final no se trata de lo que tú puedas hacer, sino de lo que ya Él hizo por ti desde antes que tú pudieras imaginarlo. Bendiciones.

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