¿Dónde están los hijos?

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Transición es la palabra que se debe activar para este tiempo en medio de la iglesia. Por años, hemos mirado y juzgado la condición de la sociedad. Adjudicamos juicio cada vez que la tierra tiembla,  o en la eventualidad de algo atmosférico o catástrofe que no podemos explicar. Hemos mirado al pecador (al que no ha hecho profesión de fe, según la conocemos) como inferior a nosotros y lo responsabilizamos de los problemas del mundo. Pero, como iglesia, ¿alguna vez has analizado a que se debe el deterioro de la sociedad? ¿Has pensado cuán responsables somos, como iglesia, de lo que vivimos en nuestra actual sociedad? ¿Cuán consciente estás de que el estado de nuestra sociedad es un reflejo de lo que NO HEMOS SIDO como iglesia?
En Génesis,  recibimos un mandato: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”.
La orden era clara- ejercicio de gobierno.
Fuimos sentados en lugares celestiales JUNTAMENTE CON CRISTO, para gobernar.
Pero le hemos dado tanto protagonismo al “enemigo”, quien está derrotado, avergonzado y exhibido públicamente en la cruz,  que olvidamos que somos más que vencedores en Cristo, quien ya lo hizo todo por su esposa, la Iglesia, otorgándonos todo el poder y la autoridad.
Hay un Rey, está en el trono, ya terminó la obra, y ahora está buscando a sus hijos, a quienes lavó con su sangre y les dio su identidad, su ADN. No cualquier ADN, un ADN de reino. Una identidad que debería hacernos ver como Cabeza y no cola, que estamos por encima, no por debajo, que así como fue Cristo sobre esta tierra, somos nosotros (sus hijos).
Despierta,  es tiempo de que te veas como hijo del Rey de reyes y Señor de señores. Todos los días grita dentro de mí la palabra que dice: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los HIJOS de Dios”.
Y tengo que preguntar: ¿Dónde están los hijos? ¿Eres tu uno de ellos? ¡LO ERES! Y no cualquier hijo,  eres bendecido con toda bendición,  a quien le entregaron dominio, autoridad,  unción,  favor, gracia, libertad, sanidad,  provisión.  En Él estás completo y lo tienes todo.
Tienes que transicionar de oveja a HIJO para que puedas tomar lo que Jesús ya hizo para ti. Es el tiempo de los hijos, los que se empoderan, los que no se conforman, los que anhelan más del Padre.  Es tu tiempo: “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo”. Y serás el portal que conecta el cielo con la tierra.

Recibe su grandeza y deja que sea manifiesta a través de ti hoy y verás su gloria. Bendiciones

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