En la mesa

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La costumbre de comer como familia en la mesa, es una que quizás muy pocos conservan. Vivimos ajorados, todos con diferentes horarios, en montones de compromisos, absortos con el afán y la rutina del día a día. Pero es realmente en la mesa donde se tienen posiblemente las mejores conversaciones, porque es un tiempo de bajar las revoluciones y abrirnos a la comunión y al disfrute de lo que somos, familia. A veces, alguno de nosotros tiene algún acontecimiento importante y significativo o la necesidad de hablar algo, pero el estar tan absortos en nuestras propias vidas, no nos da tiempo para eso.

Eso les pasó a los hombres que se encontraron con Jesus en la historia del camino a Emaús. Dice la palabra que iban teniendo una conversación que los tenía tan absortos con las noticias del momento que no pudieron reconocer que quien caminaba con ellos era Jesús mismo. Incluso le dijeron, en forma medio burlona mientras caminaban, que era extranjero, porque no había escuchado los acontecimientos tan sonados del momento.  

No fue hasta que llegaron a la mesa y Jesús partió el pan, que pudieron reconocer quien andaba con ellos. Y es que en la mesa con Jesús se encuentra la comunión. Ese tiempo donde hablas con Él y puedes intimar, abriendo tu corazón y dejando atrás el afán y la rutina del día a día. Así como puedes hacerlo con tu familia y tener comunión, un valor que no debemos perder para poder crear lazos más fuertes cada día, debes hacerlo con Jesús.

Toma el pan y sirve tu mesa, pártelo  y da gracias por todo lo que Él alcanzó para ti, por su amor, por su perdón, por su provisión cada día, por tu vida y la de los tuyos. Y deja que Él te hable y te cuente las noticias del cielo para tu vida. Bebe con Él la copa del pacto que alcanza tu generación y la cubre con su gracia.

Jesús anhela la comunión contigo cada día. Él mismo se presentó como el pan de vida y dijo que su cuerpo es verdadera comida y su sangre verdadera bebida, entonces implica que Él mismo sirvió la mesa.  No hay mejores momentos que los de comunión con Él, porque es sentado con Él en la mesa donde puedes descansar y soltar para recibir su paz y su abrazo. Comienza a practicar la comunión cada día con tu familia y también con Jesús. No importa como haya podido ser tu día, cuando te sientas a la mesa, estás bebiendo y comiendo de Él y eso marcará, sin tu mismo darte cuenta, una transformación a tu vida. Bendiciones.

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7 Responses
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