Entra y todo se resuelve…

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Bajo el llamado de “quédate en casa” nos hemos encontrado todos durante este tiempo. Pareciera que todo se va a resolver entrando en casa y quedándonos allí. Sea o no sea una verdad, ciertamente a todos nos ha tocado permanecer en casa. Las circunstancias de cada quien son únicas y diferentes. Ciertamente, hay quienes no tienen la necesidad de salir con regularidad, porque su situación es menos compleja y sus salidas pueden ser limitadas, mientras que las circunstancias de otros son diferentes y tienen algunas necesidades por las cuales requieren salir más. La realidad es que entrar a nuestras casas y quedarnos “seguros” allí, puede que ayude en la situación, pero no la va a eliminar. Y cada quien debe tener conciencia y sabiduría de cómo manejar su situación particular. Pero, aunque sepamos que esta no es la solución del todo, debemos ser responsables con el llamado como sociedad.

Meditando en esto, viene a mi mente un verso de la palabra, dicho por Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza (Mateo 8:20).  Y quizá puedas preguntarme, ¿Qué tiene que ver ese versículo con lo que comenzaste hablando? Te diré lo que veo. Hoy todos hemos tenido un lugar a donde llegar para estar seguros, guardados en casa, las zorras y las aves de las que hablaba Jesús, también tuvieron un lugar donde entrar, pero Él, no había encontrado un lugar a donde entrar y recostar su cabeza. Y todavía hoy sigue buscando un lugar donde entrar. Jesús es la cabeza, buscando un cuerpo donde reposar. Su palabra me dice que tú y yo somos el cuerpo de Cristo. Fuimos el motivo de su pasión para culminar su perfecta obra en la cruz. La obra que nos dio identidad y hoy nos hace ese cuerpo en el que Él quiere reposar.

Hoy Jesús está buscando que lo dejes entrar a tu vida, a tu espacio, a tu familia, a tus planes, a tu trabajo, a tu tiempo, a tus inquietudes y dudas, a tus errores, a tu dolor, a tu cansancio, a tus debilidades,  a tu insatisfacción, a tu enfermedad, a tus frustraciones, a tus cargas, a todo aquello con lo que sientes que ya no puedes más y necesitas soltar. Debes entender que cuando Él entra, la situación tiene que cambiar, nada permanece igual, porque Jesús tiene la capacidad de cambiarlo todo, no importa cuales sean las circunstancias. El único que cuando entra, es capaz de transformarlo todo, es Él.  Que no te quede la menor duda.

Puede que tú y yo hoy, no podamos resolver del todo la situación a nuestro alrededor, entrando y quedándonos en casa. Pero si Jesús entra y tú le permites recostar su cabeza sobre ti, todo va a cambiar. Tenlo por seguro.

No voy a pedirte que salgas de casa, voy a pedirte que invites a Jesús a entrar contigo allí. Si Él entra, no importa lo que esté ocurriendo afuera, adentro de ti, nada será igual, todo tomará otro sentido y tus circunstancias, cualesquiera que sean, cambiarán. No lo pienses, abre la puerta y déjalo entrar. Bendiciones.   

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