¿Lleno de qué?

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¿Lleno de que?

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En el principio de la creación, Dios creó al hombre del polvo de la tierra, y luego de haberle dado la forma que quería, dice que sopló en su nariz aliento de vida (Génesis 2:7). Lo que te hace entender que le dio de su esencia, de lo que Él es y tiene. Luego de la caída del hombre y el perfecto plan de Dios para restaurar todo a su plan original, Dios envió a Jesús para completar la misma. Después de Jesús haber resucitado, dice la palabra que se le apareció súbitamente a los discípulos y luego de impartirles paz,  sopló  y les dijo: Recibid al Espíritu Santo (Juan 20:22).

¡Wow! El aliento que el hombre, después de la caída había perdido, Jesús lo trajo nuevamente. No sé si puedas entender de lo que hablo. Después de Dios haber terminado una obra maravillosa en la creación, sabiendo que ya el hombre no tendría nada que hacer, solo disfrutar de la creación de Dios, gobernar la tierra y tener una relación con Él (su Creador), le soplo de su esencia y le dio vida. Exactamente lo mismo hizo Jesús, después de haber completado la restauración de todo, de retomar las llaves, de vencer la muerte y de abrir la puerta de salvación y vida que jamás podría ser superada en ninguna manera, volvió a soplar sobre el hombre  de lo que Él acababa de conquistar por él. Entonces quiere decir, que estás lleno de Él. ¿Lo puedes ver?

No sé de lo que te sientes lleno. Quizás en estos días te has sentido lleno de ansiedad, de temor, de incertidumbres, de soledad, preocupaciones, de “stress”, de enfermedad, de dolor, quizá de todas, no lo sé. Pero hoy es necesario que recuerdes que su plan fue llenarte de Él, tu función es no dejar que sean otras cosas las que te llenen. Para vencer todo aquello que hoy te llena, su soplo es suficiente, pero tienes que soltar todo lo demás. Hay cosas con las que has estado luchando que te han quitado la paz, el descanso, la salud. Si pudieras llenarte de Él, nada de eso tendría valor. Vamos, llénate de Jesús, entrega todo aquello que no brinda ningún fruto a tu vida y disfruta de la obra consumada que Jesús tomó para ti. No se trata de lo que tú puedas hacer, sino de lo que ya Él hizo. Aprópiate. Bendiciones.

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