Llenos de experiencias

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Lo sobrenatural es algo que, de una u otra forma, todos deseamos experimentar. En las ministraciones en nuestros cultos, cuando somos invitados por el expositor de un mensaje para pasar al altar y recibir una palabra directa para nosotros, la imposición de manos y soltarnos para descansar en los brazos del Señor y recibir una experiencia en nuestro espíritu, las visiones, los sueños, entre algunas otras experiencias que podríamos mencionar, son cosas que deseamos que pasen.

He conocido personas que reciben continuas experiencias en su espíritu, casi en cada culto, pero en su diario vivir, no veo que estas experiencias provoquen ningún cambio.

Con experiencias o sin ellas, la palabra nos invita a ser transformados. Cuando conocemos a Jesús y  Él comienza a revelarse a nuestra vida, nuestras vidas deberían ser transformadas. Conozco personas cargando la misma situación de salud, repitiendo los mismos ciclos, experimentando las mismas depresiones, enfrentando las mismas situaciones de finanzas, año, tras año, tras año. Entonces me pregunto: ¿Qué está logrando la palabra en ti? ¿De qué sirven tantas experiencias, caer al suelo, llorar, sentir fuego, hablar en lenguas, tener visiones? ¿Acaso son para ser acumuladas y recordadas como una más?

Ciertamente, Dios quiere que las tengamos, somos seres espirituales con una experiencia humana, así que deben ser lo normal en nosotros. Pero si lo natural y lo humano en nosotros es tan pesado que no nos permite ser transformados a la imagen de la Palabra (Jesús mismo es la palabra), deberíamos escudriñarnos y evaluar nuestras vidas.

Tengamos todas las experiencias, disfrutémoslas, pero no olvidemos que el ser transformado a través de cada una de ellas y de la palabra que ha sido depositada en nuestros corazones, es importante para que el reino de Dios sea manifiesto a través de nuestras vidas. Las experiencias con el Espíritu son para nosotros, pero nuestras vidas siendo transformadas son la expresión externa de cuanto estamos creciendo y manifestando al mundo el Dios de poder que sentimos en cada una de esas experiencias. Bendiciones.

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