Mujer inquebrantable

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En estos pasados días festivos tuve algún tiempo “extra” para estar en casa. Así que lo aproveche para organizarme un poco, limpiar, botar algunas cosas que ya no quería y tener algún tiempo para mi también. Así que, dentro de ese tiempo para descansar y meditar, aproveché para ver algunas películas y series para distraerme. Me gustan mucho las películas y series familiares, de época, históricas y que también me hagan reír. Vi varias tramas que me hicieron pensar mucho en lo que está basada la dinámica familiar y cultural que nos rodea y pensé cuanto nos han metido en la cabeza y hasta nuestros tuétanos (programación y adoctrinamiento) el tema de el matrimonio y la maternidad. Venimos de un arrastre histórico donde la mujer tenía muy poco valor y apenas podía decidir por ella misma su vida y su futuro. Y aunque en nuestro tiempo actual esto no parece hacerse de forma muy marcada, creo de una forma muy implícita, hay ideas muy inculcadas en nosotras que difícilmente nos permiten darnos cuenta si realmente hacemos lo que deseamos o lo que nos enseñaron que debíamos hacer.

Aprendimos de niñas a ser amas de casa como un rol impuesto, básicamente ineludible. Y la maternidad es casi una imposición sin la cual no seriamos mujeres completas. Lo mismo pasa si no nos casamos o no queremos asumir un compromiso de pareja, porque se nos enseñó siempre que llegaría ese “príncipe azul” que sería nuestra “otra mitad”, como si fuéramos seres incompletos.

Se nos enseñó a vernos a nosotras mismas como seres débiles, las lloronas, las que siempre teníamos necesidad de alguien más, las que no debemos estar solas, sacando incluso pasajes de la biblia, sin conocer su contexto histórico o su traducción correcta, para hacernos sentir inferiores y hasta excluidas. De ahí proviene el que muchas mujeres se hayan permitido vivir por años en relaciones tóxicas, de abuso, maltrato y desventaja con sus parejas, imposibilitadas de decidir por y para ellas mismas, creyendo que esto le desagradaría a Dios y que estarían pecando o en contra de su voluntad. Yo misma me vi por años aceptando sentirme menos y siendo como una sombra para alguien más.

Pero estamos en un tiempo donde muchos han comenzado a salir de esa programación, y no solo han salido ellos, sino que se han dado a la tarea de ayudar a otros a salir de ella. La humanidad está viviendo un despertar y la mujer no es la excepción en este asunto. Hoy, las que estamos despertando, hemos comenzado a ver lo que realmente somos y tenemos. Hemos comenzado a vernos como seres valiosos. Hemos entendido que somos fuertes y que para ser mujeres completas no necesitamos ser madres o tener a alguien a nuestro lado. Eso no nos hace estar en contra del matrimonio o las relaciones, simplemente nos hace entender que, da igual si estamos solas o acompañadas, somos seres completos. Hemos escogido ser felices y auténticas. Salir del papel de la llorona y deprimida, pobrecita mujer, victima que no pude defenderse ni valerse por sí misma.

Quizá nadie te lo dijo mujer, pero si algo tenemos las mujeres es que podemos ser inquebrantables. Pero a alguien le convenía que nos sintiéramos como las feas y malas de la película y que no pudiéramos descubrir nuestro verdadero potencial y valor.

Mujer, eres valiosa, fuerte, única, estás completa y eres inquebrantable. Siempre has sido mucho más fuerte de lo que tu misma puedes ver o creer. Suelta los conceptos que te han hecho restarte valor y fuerza y toma el control de tu vida, porque no hay nada fuera de ti que añada a lo que ya eres.

Es tiempo de un despertar al amor propio, al respeto por ti misma, tus propios deseos, tus sueños, tus ideales. No eres más mujer porque te casas y tienes hijos, pero tampoco eres menos porque no lo hagas. Puedes ser madre, ama de casa, profesional, soltera, casada, gorda, flaca, vivir peinada o despeinada, organizada o desorganizada, ser buena o mala cocinera, Nada de eso te quita o te añade. Ya eres un tesoro de gran valor, no lo olvides mujer. Tu eres inquebrantable, y eso nadie te lo puede quitar si tú no lo permites.

Alza tu rostro, comienza a decidir por ti misma y, sobre todo, ámate, porque el primer y más grande amor de tu vida no es la pareja con la que puedas estar, no son los hijos que puedas tener como nos han enseñado. El primer y más grande amor de tu vida, eres tú, no lo olvides. Si no te amas tú primero, no puedes amar a nadie, porque nadie puede dar lo que no tiene.  Defínete hoy como esa mujer inquebrantable que eres y sal al mundo, no a luchar, sal afuera a mostrar que sabes lo que eres y cuanto vales por tu misma.  No eres cualquier cosa mujer, tu eres una mujer inquebrantable.

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