No la tomes

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Hace algún tiempo meditaba sobre una reflexión acerca de lo que recibimos o damos cabida en nuestra vida. Y una de las cosas que más suelen ocurrirnos, y con lo que nos quedamos, es con las ofensas. Cierta vez escuché esta historia de un sabio que le preguntó a este joven: Si alguien te trae un regalo y te lo acerca para dártelo, pero tú decides no tomarlo, ¿a quién le pertenece el regalo? A lo que el joven responde: Al que lo trajo, porque yo no lo tomé. El sabio le responde: has entendido. De igual forma sucede con las ofensas.

Podemos percibir una ofensa de acuerdo a cuan vulnerables somos a lo que dicen los demás, pero la realidad es que, no importa o no se trata de lo que alguien pueda decirme, sino, de lo que decido interpretar o como yo decido tomarlo en mi vida. Puedo sentirme ofendida o herida, o decido rechazar esa ofensa y no darle espacio en mis sentimientos.

Quizás puedas pensar: decirlo es muy fácil, pero llevarlo a la práctica  es otra cosa. Y tienes razón. Aunque, créeme que no te hablo de algo que yo misma no haya tenido que experimentar. Ciertamente todos hemos pasado por la amarga experiencia de una ofensa o al menos de la intención de ofender de alguien, de manera directa o indirecta.

Pero cuando me toca evaluar lo que tiene más valor, estoy convencida que mi corazón y la paz que logro mantener cuando no asumo la ofensa, no tienen precio. Podría tomar la ofensa y hasta refutarla o devolverla, pero prefiero guardar mi corazón porque la palabra me enseña que del corazón mana la vida. Prefiero no acumular en mi vida cosas que dejan rotos en el alma. El amor y el perdón son la base de las enseñanzas de Jesús, sin ellas en mi vida, como una práctica real,  la experiencia de Jesús sería nula en mi vida. Y yo anhelo su plenitud.

Así que si alguien decide regalarme una ofensa, por las razones que sea, sencillamente no la tomo. No las tomes tú tampoco. Escoge llenarte de amor, de perdón, de gratitud a Dios y al prójimo y fluye con lo que es Dios en ti. Lo que Él es en ti, es mayor que cualquier cosa que pueda querer dañarte. Hoy es un buen día para comenzar. Si alguien te ofendió ayer, llámalo hoy, no guardes un  hueco en tu alma que te daña más a ti que a quien te lo regalo. Disfruta la gracia y la paz, son el mayor regalo de nuestro creador.

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