Nota discordante

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Recuerdo de pequeña no tener muchos amigos, en la escuela generalmente estaba sola y cuando tenía alguna amiguita, era de las del grupo que generalmente no encajan en el grupo. En escuela intermedia y superior, recuerdo que solía hacer preguntas que nadie hacía, me fijaba en cosas que casi nadie se fijaba, al punto que recuerdo que hubo un tiempo que me llamaron “excepción” y hasta “Panasonic” (anticipando el futuro) por andar anticipándome en las cosas que no habían ocurrido, pero yo las veía venir. De igual modo me ocurrió en mis años de universidad y para que decirte que no, si hasta en la familia me ocurre.

Nací con una condición del corazón llamada “Tetralogía de Fallot”. Fui operada 2 veces a corazón abierto, y donde muchos otros, con condiciones como la mía morían o quedaban con marcas físicas imborrables, nadie imaginaba de la extraña forma que funcionaba mi corazón a menos que fuera un medico que lo pudiera comparar y aún ellos se extrañaban de como podía llevar una vida sin mayores complicaciones a pesar de lo que ellos entendían como una disfunción.

 He vivido y he sobrevivido a cosas muy extrañas en mi vida. No esperaba que en el ámbito espiritual fuera diferente. Soy nacida y criada en el evangelio y de niña conocí una iglesia llena de poder y autoridad, vi manifestaciones de liberación y de sanidades Crecí creyendo en un Dios que hacía grandezas y maravillas. Las vi en mi vida y en la de algunos otros. Pero con el tiempo fui viendo una iglesia que parecía estar dormida. He escuchado hermosas predicas que parecen no provocar nada en gente. Nos acostumbramos a ver el poder de Dios solo en la ministración del culto y lo limitamos el poder de Dios solo al pastor o al evangelista. Dejamos de creer en los llamados apostólicos y los llamamos herejes, como si la palabra no hablara de 5 ministerios claramente. Para cualquier situación llamamos a los pastores o la cadena de “hermanos de oración”, pero no somos capaces de vernos llenos de poder y autoridad para ordenar un cese y desista sobre situaciones donde lo único que necesitan es que nos posicionemos.

Hoy hay un grito desde la eternidad, si, desde la eternidad. Aquella que fue puesta en cada uno de nosotros: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. Eclesiastés 3: 11. Y ese grito nos llama hoy, Dios está mirando desde su trono y dice como en los días del profeta: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra… y no lo hallé”. Ezequiel 22:30

El Espíritu está despertando a los hijos, aquellos que hoy no se quieren amoldar a este mundo ni a sus costumbres, aquellos que hoy, en medio de tantas voces que suenan igual, puedan levantar una voz diferente, una voz que se alinee al llamado de la eternidad y pueda ver las cosas como se ven desde el trono. Eso sonaría como una nota discordante, pero el sonido de una nota discordante no es un sonido que muchos se atreven sonar. ¿Te atreves tú? ¿Te atreves hoy a pararte en la brecha que marque una nueva generación? ¿Te atreves tu hoy a decir: Señor: heme aquí, envíame a mí, yo iré, porque sé que tú vas delante de mí? Ahora entiendes porque es que muchos son los llamados, mas pocos los escogidos. Bendiciones.

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