¿Resucitaste?

2

Hace algunas semanas atrás, en medio de estas semanas de cuarentena en la que hemos estado, me encontraba en mi cuarto teniendo un tiempo de adoración al Señor. Mientras levantaba esa adoración, sentí una urgencia de salir a mi terraza y continuar con la adoración desde allí. Mientras adoraba allí afuera solo llegaba a mi espíritu y podía repetir una palabra que el Señor me recordaba: “Al norte diré: ¡Entrégalos! y al sur: ¡No los retengas! Trae a mis hijos desde lejos y a mis hijas desde los confines de la tierra. Trae a todo el que sea llamado por mi nombre, al que yo he creado para mi gloria, al que yo hice y formé. Saquen al pueblo ciego, aunque tiene ojos, al pueblo sordo, aunque tiene oídos”. Isaías 43: 6-8. Recordé en ese momento cuando el Señor hace unos años atrás, a través del pasaje de la resurrección de Lázaro, traía a mi espíritu el declarar vida sobre la iglesia. El Señor me hablaba de una iglesia que había perdido el poder, la autoridad, la conexión con Él, la vida.

En este tiempo Dios está hablando a todo aquel que tiene oídos para escucharle, está empoderando a un pueblo que había pasado por alto quienes son y para que están aquí en esta tierra, a un pueblo que se conformó y se amoldó a este mundo y se olvidó de su identidad en Cristo. Un pueblo que al celebrar la resurrección de su Salvador, pareciera que celebra una memorable historia de un hombre que merece ser recordado, más que ser emulado.  

Jesús no fue a la cruz para ser recordado y reconocido por su pueblo. Jesús fue a la cruz para restaurar al hombre a su posición original en la obra de la creación. Fue a la cruz para que su reino fuera establecido en la tierra, porque ese era su plan desde el principio. Conferir al hombre la autoridad para ser como Él es y para que tuviera dominio y autoridad aquí en la tierra. Pero la iglesia ha vivido llorando, oprimida y atormentada por aquel a quien precisamente Jesús, venció y despojo de toda autoridad en la cruz. Jesús le quitó la legalidad y el dominio (las llaves) a Satanás y se los devolvió a sus hijos. No hemos entendido su palabra cuando dice que: “He sido crucificado con Cristo y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi”. Gálatas 2:20. Moriste y resucitaste con Él.

Dios está llamando a sus hijos de todas partes para empoderarlos. La tierra está clamando, esperando la manifestación de nosotros sus hijos. ¿Quién puede decir, aquí estoy Señor? ¿Puedes entender que, si Él vive en nosotros sus hijos, estamos hechos para ser como Él en esta tierra? ¿Que este es el tiempo donde se tienen que comenzar a ver las señales y los prodigios de los que habla su palabra?

Jesús no vino a dejar una hermosa historia para ser recordada. Su obra fue muy poderosa como para que nos conformemos con eso. Es tiempo de resucitar juntamente con Cristo y empoderarnos de lo que ya nos fue dado. Aquí el ilegal es el diablo y no nosotros sus hijos, la obra de Jesús nos da legalidad para gobernar la tierra y Él quiere que salgamos a hacerlo. Su obra no fue en vano, empodérate del propósito de la eternidad. Bendiciones.

Related Posts

Leave a Reply

My New Stories