Siempre mejorando

1

Ya hemos mencionado en varias ocasiones que somos lo que pensamos. Nuestros pensamientos definen nuestros sentimientos y nuestros sentimientos determinan nuestra conducta. Nuestra conducta se convierte en nuestros hábitos, los cuales construyen toda nuestra vida y habla de quienes somos. Cambiar algunos hábitos es algo que todos, de una forma u otra queremos.  Hay hábitos que no son dañinos y que debemos tener, como los hábitos de higiene, de alimentación correcta, cuidado de nuestra salud, entre otros. Tenemos algunos otros que, no son los mejores, pero como parecen no ser dañinos no le prestamos tanta atención con la idea en mente de que algún día los mejoraremos (como el de una mala alimentación). Hay otros que son dañinos o hasta destructivos para nuestra vida, pero no sabemos como manejarlos para modificarlos o eliminarlos.  Hay hábitos que debemos eliminar, de la misma manera hay otros que deberíamos adoptar, todo con la finalidad del mejoramiento personal. Dios quiere nuestro bienestar, y no podemos espiritualizarlo todo, hay cosas que no se van a resolver o que no van a cambiar orando, por mucho que lo hagamos.

Es por eso por lo que debemos, de forma individual, evaluar lo que queremos llegar a hacer, que cosas queremos lograr en nuestra vida, ver como nos sentimos con nosotros mismos (¿estoy a gusto con lo que soy y con lo que hago?), que cosas no tengo que quisiera tener, etc. Si el estilo de vida – los hábitos – que tengo, no aportan al alcance de estos pensamientos, definitivamente necesito trabajar sobre esto. Y para esto, necesito trabajar con mis hábitos o costumbres a transformar.

Quizá no tengo todas las respuestas que quisiera darte, pero es importante que tengamos un comienzo. Pequeños cambios hoy, con la constancia y la determinación que requieren, van a lograr los cambios que quiero para llegar a lo que anhelo alcanzar.

Empezaremos creyendo que Dios está interesado en que mi vida sea transformada. Es a través del Espíritu Santo que podemos descubrir donde debemos trabajar, solo El puede mostrarnos las áreas de necesidad de nuestra vida.  Quien primero desea lo mejor para mi es Dios, y debes saber que, todo cambio en mi vida comienza reconociendo cuanto necesito de Jesús.  Por lo tanto, debo confiar que, en medio de mis debilidades, tengo un sumo sacerdote que me entiende. Hebreos 4: 14 –  Y ya que contamos con un sumo sacerdote excepcional que ha traspasado los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengámonos firmes en la fe que profesamos. 15 Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, excepto el pecado, ha experimentado todas nuestras pruebas. Y me ha dejado una gran promesa cuando dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí – 2 Corintios 12:9

Así que, teniendo esto en mente, comencemos con un plan de acción sabiendo quien es nuestro ayudador interesado profundamente en mi bienestar por su grande amor.

  1. Identifica el hábito – ¿Qué quieres cambiar? No intentes cambiar todo a la vez, escoge por prioridad para comenzar a ver cambios. Enfócate en la solución, no en el problema.  Por ejemplo: quiero dejar de tomar refresco – voy a comenzar a tomar más agua.
  2. Identifica el disparador –Para eliminar un mal hábito, necesitas hacer los cambios correctos que lo impulsen. Lo que te empuja a mantener un hábito, es la práctica de algo que lo precede, nuestro cerebro funciona por asociación. Por ejemplo, ver una película, implica comer “pop corn”, un momento de estrés me provoca comer desmedidamente o ser una persona hostil y así por el estilo. Te toca a ti como individuo evaluar los tuyos propios y conocer lo que me lleva al habito con el que necesito trabajar.
  3. Comprométete – Pon la fe en acción.  El compromiso es diario. Reconoce que necesitas abandonar la zona de confort que, aunque parezca comodidad, no lo es, simplemente es la zona que conozco y que aprendí a manejar. Busca los pensamientos que te arruinan y empieza a eliminarlos. No te aceptes un “no es fácil”, “vamos a ver cómo me va”, “deja ver cuánto tiempo logro hacerlo”, etc. Inyéctate de los pensamientos correctos. La biblia dice que el poder de la vida y de la muerte está en tu boca, comienza a hablar correctamente y deja que tu mente sea impactada con nuevos pensamientos e ideas.

 “La mayoría de las personas fracasan, no por falta de deseo, sino por falta de compromiso.” – Vince Lombardi

4. No te des por vencido – Mantenerte firme y dispuesto a hacer cambios y no darte por vencido, aunque sea poco a poco, es necesario. Constancia. –Cuando se enfrenta un desafío el corazón comprometido buscará una solución, El corazón indeciso buscará un escape – Andy Andrews. Recuerda, como mencionamos al inicio, enfócate en la meta, en lo que vas y quieres lograr. Por otro lado, rodéate de las personas correctas, las que te ayuden a velar que mantengas el compromiso y te motiven. Escuchar voces contrarias, o no estar dispuesto a abandonar las atmósferas incorrectas, contaminará tu buen deseo y firmeza. No te expongas, voy a ti.


Es posible que hoy esto pueda parecer poco, pero si ponemos en acción un pequeño plan, trabajando como nos dice la palabra, un día a la vez, basta a cada día su propio afán, iremos logrando grandes y permanentes cambios que redefinirán totalmente nuestra vida. Recuerda que su gracia te cubre y a través de ella eres más que vencedor porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece.

Previous PostNext Post

Leave a Reply

My New Stories