¡Ay bendito!

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La frase ¡ay bendito!, para nosotros los puertorriqueños, es una muy común en nuestro diario vivir. Me parece que es aplicable a casi todo en nuestra vida. Tanto así, que se escribe de ella en reportajes, canciones y se dice que es la frase que nos distingue, internacionalmente hablando. Pero si bien es cierto que es algo muy nuestro y muy cultural, también es cierto que no nos damos cuenta cuanto nos resta en nuestra vida.

Nuestra personalidad se va formando en base a los pensamientos que vamos capturando de nosotros mismos, en la medida que vamos creciendo. Y la expresión “ay bendito” es una que comenzamos a escuchar desde que nacemos. Ay bendito, tiene hambre, ay bendito, tiene frío, ay bendito, tiene sueño, ay bendito, se cayó, ay bendito, ya va para la escuela, ay bendito, le dieron una tarea bien difícil, ay bendito, ya va para la universidad, ay bendito, ay bendito, ay bendito…

Ay bendito, dame un “break”, ay bendito, no seas así conmigo, ay bendito, es que tú no entiendes. La vida nos prolonga el “ay bendito” y nunca nos dimos cuenta como esta frase se convirtió en un ladrón de sueños, en una frase que nos hizo débiles y mucho peor, en muchas ocasiones nos hizo víctimas.

Habíamos compartido anteriormente sobre la queja y la pena. Hoy quisiera compartirte acerca del victimismo. Todas están unidas entre sí de una forma u otra. Y aunque la psicología ha estudiado esto de manera profunda, encontrando que puede llegar a ser hasta un trastorno, yo quiero que lo podamos ver a grandes rasgos solo para que puedas identificar señales con las que puedas trabajar para ayudarte tu o ayudar a otros.

Victimizarse es sentirse victima de todos o de todo. La persona que se siente victima culpa a las personas que le rodean o a las circunstancias que viven de todas sus situaciones. No suelen verse como responsables de las situaciones que ocurren, por lo tanto sienten que no tienen control sobre ellas.

Comencé este escrito hablando del “ay bendito” porque el victimismo puede comenzar en un ambiente donde existe una atmósfera de lástima que imposibilita a las personas de verse con responsabilidad para poder tomar control sobre su vida y sus circunstancias. Tu vida comienza a definirse desde un pensamiento de pasividad porque todo lo que te rodea dice que no hay nada que tú puedas hacer, la vida está en tu contra. Es preciso ver cuantos sueños, cuantas posibilidades y oportunidades han sido robadas por verte como la victima de las circunstancias, sin la capacidad de ver las herramientas o las alternativas que puedes tener para que todo cambie.

El victimismo y el “ay bendito” no te demandan, no te retan, no exigen de ti crecimiento ni esfuerzo. Por el contrario, te hacen débil, te hacen quedarte conforme de manera pasiva, esperando que las circunstancias cambien como por arte de magia.

Hace algunos meses atrás nuestro pastor nos enseñaba sobre esto y recuerdo que para confrontarnos utilizó la frase: “Deja el drama”. Cuanto pudimos vernos retratados en el drama, muchas veces de cosas que no eran ni siquiera un problema real, sino una situación pasajera, pero le dimos un tamaño de gigante. Porque así funciona el victimismo, todo lo magnifica.

Hay un refrán que escucho mucho que dice: No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Así que cada situación, sea cual sea, tiene fecha de caducidad, pero actuamos como si fuera eterna y trágica. ¿Es que acaso no puedes ver a Dios a tu favor en cada situación que atraviesas, sea cual sea? ¿Sabes que, el victimismo altera la química de tu cerebro y te hace adicto al dolor, al sufrimiento, a la lastima de la gente? Entonces, tienes que evaluar cuanto realmente tienes circunstancias reales y cuantas son creadas en tu necesidad de ser victima de las circunstancias.

No hay nada en la vida en donde Dios no pueda intervenir, recuerda que tu mundo va a ser creado a base de los pensamientos que tienes. Tú decides como ver las circunstancias. ¿Podrá ser alguna de ellas más grande que nuestro Dios? ¿Querrá Él verte en el papel de la victima eterna en cada circunstancia que se te presenta en la vida? O, ¿Puedes creer que Él tiene soluciones para todo? No necesitas la lastima de los demás, necesitas entender hoy, que Dios te ama y te hizo libre del sufrimiento y del dolor. Cuando comienzas a conocer su amor y a llenarte de él, su plenitud invade tu vida y todo lo demás comienza a carecer de sentido y de valor, porque Él lo llena y lo provee todo. Yo me liberé del drama, ¿Podrás liberarte tú también? Yo lo creo y voy a ti. Bendiciones.

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