Son solo palabras

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En estas últimas semanas ha habido unas palabras que han tomado otro sentido en mi vida. Son las palabras: fe, amor, gracia, plenitud, entre algunas otras. Y es que, ciertamente se escucha hablar mucho sobre el amor de Dios. Y en una época como esta, el motivo de la celebración, implícitamente gira a través del amor de Dios. Pero conocer del amor de Dios, desde la manera en la que se predica desde un altar, y vivir y entender el amor de Dios en tu vida son 2 cosas distintas.

Es preciso vivirlo, porque no hay una manera de poder explicarlo, necesita ser revelado para que puedas entender como dijo Pablo a los Efesios: 17  para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

Me recuerda un coro que cantaba de niña que decía que el amor de Dios es maravilloso y es  tan alto que no puedo ir arriba de él, tan bajo que no puedo ir abajo de él, tan ancho que no puedo ir afuera de él, cuán grande es el amor de Dios.

No se trata de mi amor por él ni de como yo pueda verlo, se trata de su amor por mí, un amor sobrenatural, un amor que me dice: “eres mi hija amada, en quien tengo complacencia”, un amor que me perdona, que me levanta y que me restaura, un amor que me posiciona a su lado, un amor que no pide nada a cambio, un amor que lo hizo todo por mí. Ese que dice la palabra que echa fuera el temor porque es perfecto, es maduro, capaz de amarme con todos mis defectos y, aun por encima de ellos, escogerme para hacer su obra y su plan en esta tierra, diciéndome que su poder se perfecciona en mi debilidad y que su gracia es suficiente. ¿Qué más puedo pedir? En su amor lo tengo todo y estoy completa.

Yo no sé si tú puedes entender qué clase de amor es ese, pero Pablo dijo que excede todo conocimiento. Y es que a veces tratamos de medir el amor de Dios según medimos nuestro amor, pero no es posible hacer tal comparación. Su amor tiene la misma extensión de la cruz donde dio su vida para salvarnos a ti y a mí, en todas las dimensiones.   

Si no has podido comprender o comenzar a experimentar su amor te invito a que ores: “Jesús, revélame más de tu amor”. Él no solo quiere que tú conozcas su amor, sino que lo disfrutes.

Las que te mencioné son solo palabras, pero la inmensidad de lo que pueden representar para ti, transformará tu vida y tu manera de verla, te lo garantizo. Bendiciones.

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