Hace algunas semanas atrás tuve un sueño donde me vi mirando la tierra desde arriba, solo escuchaba una voz que me mostraba cosas sobrenaturales, veía enfermos sanar, cautivos ser libres, en fin, sabía que lo que estaba viendo eran cosas sobrenaturales. Estaba impresionada de todo lo que estaba viendo, y de pronto veo una mano muy grande que me señala y escucho la voz que me dice: “Todo eso que ves, está en ti”.
Dios ha estado trayendo una palabra que empodere a sus hijos para este tiempo. Ya se cansó de una iglesia que no puede verse con el poder y la autoridad con la que Él le delegó.
Por mucho tiempo la iglesia se ha conformado con los tradicionales cultos, nos hemos amoldado a la mente del mundo, hablamos más de los problemas sociales y de preocupaciones personales que de las “buenas nuevas” que Cristo vino a traer para ti y para mí. Nos ajustamos al sistema de este mundo y le hemos dado más importancia a lo que dice un hombre que a lo que dice Jesús en palabra y al modelaje que nos dio de cómo vivir en esta tierra.
De la cruz, nos hemos conformado solo con el mensaje de salvación y de sanidad, como si eso fuera lo único que alcanzó Jesús en la cruz por nosotros.
Pero, ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo comienzas a verte como lo que eres? La palabra nos dice que: así como es Jesús, somos nosotros en este mundo, que cosas mayores que las que Él hizo, nosotros también haríamos, que las señales seguirán a los que creen.
¿Entonces, que pasa que eso no está pasando? Si todo eso está en nosotros, ¿Por qué no lo estamos manifestando? Creo que llegó el tiempo de un despertar, tiempo de que busques un avivamiento. Como Pablo le dijo a Timoteo: Aviva el fuego…necesitamos avivar el fuego por su llamado, por su asignación, por anhelar vernos como Él nos ve. Él no los dio todo, pero no lo podemos ver.
Es tiempo de enfocarnos en Jesús y su obra completada, es la única manera que podamos entender como la podemos manifestar en una tierra que aguarda la manifestación de los hijos de Dios. Bendiciones
