Me encanta la porción de la biblia donde narra el momento en que Jesús está en casa de Marta y María, y mientras Marta está haciendo los deberes de la casa y ocupándose de lo rutinario y habitual, María ESCOGIÓ sentarse a los pies de Jesús para escuchar su mensaje. Escogió algo no esperado.
María, al igual que Marta, conocía su responsabilidad, sabía lo que se esperaba de ella. Precisamente por eso fue por lo que Marta hizo su reclamo. Pero, María ejerció su poder de decidir. Un poder que, si analizamos como opera nuestro mundo y como operan nuestras sociedades, en muchas formas se nos ha quitado. En gran medida funcionamos como autómatas, pre-dirigidos y programados. Se nos han asignado roles y deberes y se nos enseñó generación tras generación como deben funcionar y hacerse las cosas de acuerdo con nuestro sexo, nacionalidad, cultura, creencia religiosa y estrata social, entre muchas otras cosas. Somos programados del sistema – nacemos, crecemos y morimos y de alguna forma todo el mundo sigue las mismas reglas, las mismas costumbres y nadie se cuestiona si habrá otra manera de hacer las cosas.
Hacer las cosas de forma diferente a lo establecido o habitual nos pone un sello de rebelde, nota discordante, cabra loca, insubordinado, problemático y muchas cosas más. Debemos seguir la manada, de lo contrario tenemos problemas.
Puede que María se haya ganado alguno de esos sellos, sin embargo, Jesús defendió su elección. Pero, más allá de que María haya escogido o no la mejor parte, lo importante aquí es que lo hizo – escogió, se atrevió, salió de lo habitual y ordinario. Algo que muchas veces a nosotros nos cuesta.
Es posible que ya estés cansado de lo mismo, que haya un grito en tu interior y un deseo de cambio, que haya preguntas que se salen de la norma y te asustan porque estás deseando lo nuevo dentro de ti. Pero por cuanto estamos tan programados por este sistema de métodos y formatos, de roles y de costumbres, no nos atrevemos a escoger o a hacer algo nuevo o diferente.
El único poder que tenemos es el poder de decidir, y eso, amigo que me lees, es un tema muy amplio y abarcador. En esta ocasión solo quiero invitarte a mirar dentro de ti y preguntarte: ¿hago todo lo que hago porque realmente lo quiero hacer? O ¿hago todo lo que hago porque me dijeron que así era como debía hacerse? El Padre ha estado en este tiempo rompiendo muchos moldes, así que no te extrañe que todos esos deseos de cambio y preguntas en tu interior provengan de inquietudes que él mismo está poniendo en ti. Tampoco es casualidad que estés leyendo este escrito. No dejes que nada ni nadie siga robando tu poder de decidir algo nuevo y diferente, atrévete, vamos. Hay mucho más dentro de ti de lo que has creído.