Hasta que llegó David

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Los escuadrones del ejercito del pueblo de Israel estuvieron detenidos por el temor ante la amenaza continua de Goliat. Los hombres de un ejercito deben estar listos todo el tiempo para enfrentar a un enemigo y nada los debe detener. Pero, ellos salían a pelear y retrocedían tan solo al verlo. HASTA QUE LLEGÓ DAVID.

Tan pronto David llegó a ese lugar, y se percató de lo que estaba pasando, preguntó: ¿Quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? (1 Samuel 17:26). Y el resto de la historia ya la conocemos. David, aquel muchacho, insignificante ante los ojos de los demás, venció a aquel a quien todo un ejército no pudo enfrentar.

Hoy el mundo está clamando por un David. Las voces del temor se han levantado para gritar y hacer retroceder a todos. Ha estado permeando por todas partes una atmósfera de temor, que pocos han podido percibir y a la que muchos han cedido. Pero, es necesario que los Davides se levanten hoy, aquellos que pueden identificar que no hay gigante, no importa como se llame, que pueda provocar a los hijos del Dios viviente. La mayor arma que usa el enemigo es el temor, pero cuando se levanta uno que sabe quien es su Padre, no hay gigante que pueda vencerlo.

¿Sabes tu quien es tu Padre? ¿Podrás entender hoy que no importa cuanto ruido esté haciendo el enemigo, no puede vencer a un hijo posicionado? El Espíritu ha estado hablando a los hijos, aquellos por los que la tierra gime esperando su manifestación. ¿Eres tu uno de ellos? O ¿Eres tu uno de los que retrocede ante los gritos amenazantes de tu enemigo? ¿Podrá hoy alguien decir, el enemigo alardeó HASTA QUE LLEGUÉ YO?

Es tiempo de firmeza. El que tiene oído, que oiga lo que el Espíritu está hablando.

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