Abrigo de fuerza

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Por: Pastora Aida Muriel.  En mi vida he podido experimentar momentos de transición que han drenado mis fuerzas y me han costado lágrimas. Momentos que tal vez nadie entienda, porque son tiempos de rompimiento, de aceptar que hay cosas que ya no funcionan y de soltar cosas que estuvieron  mucho tiempo ocupando un lugar en tu vida. No todos los que te rodean comprenderán lo que estás viviendo, y esperan que  reacciones a su manera. El mundo pareciera detenerse, te sientes sensible, y comienzas a experimentar sentimientos que, si no logras controlar, te pueden hundir en la más profunda tristeza.

En momentos como estos,  sentirnos seguros es una de las cosas que más todos deseamos y necesitamos. Especialmente cuando los cambios de escenario llegan a tu vida. Muchas veces leemos esta palabra: “El que habita al abrigo del altísimo morara bajo la sombra del omnipotente”,  y la encontramos bonita y edificante. Pero, ¿cuánto realmente nos ha tocado vivirla?  Los nuevos comienzos siempre producen ciertas reservas en nuestro interior por lo que puede pasar. Muchas preguntas se acumulan en la mente y no siempre tenemos las respuestas. El mundo, las circunstancias, las voces de muchas personas y tus propias inseguridades, te apretarán, te presionarán y a veces te acorralarán demandando algo de ti que no puedes dar. Es aquí donde esta palabra toma vida en tu interior.  Es aquí donde más que nunca necesitas habitar al abrigo del altísimo. Guardada bajo la sombra del omnipotente, podrás recordar que no importan las circunstancias, sigues siendo su hija amada, que aunque todos se vayan, él permanece contigo, sus brazos de amor te rodean para que puedas levantarte y caminar de nuevo. Habitar es mucho más que una simple visita, habitar es permanecer. Solamente puedes habitar bajo el abrigo del altísimo cuando sabes quien eres tu y quien es Él.

Somos sus hijos y él es nuestro padre. Una de las cosas más importantes que existe entre la relación padre e hijo es la seguridad. Como hijos, vemos a nuestro padre como ese lugar seguro y como el que nos protege y nos guarda. En sus brazos no tenemos temor de nada. Sabemos que afuera pueden soplar fuertes vientos, que gigantes pueden amenazar con destruirnos y leones con devorarnos y aun así sentirnos seguros en los brazos de nuestro padre. Cuando habitas al abrigo del altísimo, su sombra te cubrirá de los embates del tiempo, la soledad, la tristeza, los recuerdos, el que dirán. La sombra del omnipotente es un lugar de descanso y restauración. Donde en intimidad podrás descubrir tu corazón y tomar del suyo su perdón, su gracia, su libertad. Necesitamos ese lugar seguro para recuperarnos y comenzar de nuevo. Ese lugar, para sanar y retomar el propósito de Dios en tu vida con más fuerza y entrega. Recuerda que fuiste creado a su imagen y semejanza. Que llevas dentro de ti su ADN,  que fuiste diseñado para manifestar su gloria y establecer su reino aquí en la tierra. Por tanto, un momento donde necesites refugio y abrigo porque te sientas débil o estés en medio de una dificultad no determina quién eres, ni te impedirá llegar a tu destino.  

Así, que si hoy sientes que no puedes más, te invito a refugiarte al abrigo del altísimo. Ven, corre a morar a la sombra del omnipotente. Prepárate a ser restaurado, transformado y empoderado para manifestar la gloria de Dios al mundo. Bendiciones.

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