Hoy día somos muy cuidadosos con nuestra alimentación. Me rodeo de gente a quien escucho continuamente hablar de sus nuevos habitos alimentarios. Que si la “Keto”, que si “low carb”, que si pescado, que la dieta integral, comida balanceada y todo el mundo tiene su propio criterio. Y, aparentemente cuidan muchísimo todo lo que entra por sus bocas. Pero lo que me choca no es la dieta ni como la quieras llevar, lo que choca es que cuides más lo que entra por tu boca que lo que sale de ella.
Hace algunos meses atrás, nuestro pastor trajo a la casa la enseñanza de un termino hebreo conocido como “Lashon hara”, del que realmente aprendí mucho. Este termino es utilizado cuando nos prestamos para hablar mal de nuestro prójimo, no importa si es cierto o no lo que digamos de él. Ciertamente, con mala alimentación contaminamos nuestro cuerpo y dañamos muchas veces nuestros sistemas y organos. Pero con lo que sale de nuestra boca, no nos percatamos que muchas veces matamos a nuestro prójimo y hasta contaminamos a la persona a quien vamos a hablarle de él. Comencemos a meditar en lo que hablamos. Recuerdo una canción secular que decía: “Si nada bueno tienes que decir de mi, no digas nada”. Y es que es mejor no decir nada. Dejemos de esparcir veneno hablando mal de otros y comencemos a ser edificadores de este mundo. Hablemos menos y hagamos más. Si cuidas lo que entra, cuida mucho más lo que sale de tu boca. Al fin de cuentas, Jesús enseñó que lo que sale por la boca es lo que realmente nos daña. Bendiciones.
