Vuelve a casa

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Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. S. Lucas 15:20 RVR1960

Estamos en una semana de cielos abiertos, celebrando las fiestas de nuestro Señor, el cielo está de fiesta.  Pero no hay mayor celebración y alegría en el cielo que cuando se recibe un hijo en la casa.  Hay hijos que, por diferentes circunstancias de la vida,  no están en el lugar donde el Padre les ha destinado a estar. Hay corazones ardientes de regresar a la casa donde han sido destinados.  Pero muchas veces el orgullo y la culpa se convierten en enemigos del propósito y nos distancian del lugar donde nuestro corazón sabe que debemos estar.  Si tu eres uno de esos hijos que,  por la circunstancia que sea, te alejaste de la casa, del lugar del llamado,  de la cobertura de tu padre o mentor,  si la culpa te señala o el orgullo te aparta,  hoy te invito a soltarlos. Ríndete hoy, regresa a casa.  No caigas en la trampa del enemigo con la culpa y el orgullo, ambos son una mentira y un arma mortal en tu propósito. La palabra dice que el hijo pródigo volvió en sí, lo que quiere decir que reconoció su realidad e hizo lo correcto, volvió a su padre. Deja que los brazos del padre te abracen hoy. Él te está esperando,  como el padre esperaba al hijo pródigo, que desde lejos lo vio, corrió hacia él,  lo abrazo, lo beso e hizo una gran fiesta. Hoy yo creo y declaro que la casa que te espera te recibirá con brazos abiertos, como lo haría el Padre Celestial. Hoy la culpa, el orgullo o cualquier otro sentimiento te sueltan y eres libre para regresar a casa. Ve tras el llamado y el propósito,  no habrá mayor satisfacción que regresar a casa, yo te lo aseguro. Declara conmigo ahora: “soy libre de toda culpa y orgullo,  hoy regreso a casa,  donde mi Padre y mis hermanos me esperan”.  !Bendiciones!

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