Despiértalo.

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He escuchado varios mensajes acerca de la porción de la palabra en la que los discípulos cruzaban el mar en una barca con Jesús y, en medio de esa travesía, se levanta una gran tempestad y Jesús está dormido. Los discípulos corrieron a levantarle,  Jesús tomó autoridad sobre los vientos y todo se calmó.   Ciertamente, la tempestad debe haber sido algo muy fuerte. Estos hombres eran pescadores y seguramente estaban muy acostumbrados a enfrentar el mar, hasta ese día.

Después de esta y muchas experiencias más, Jesús les dijo a aquellos hombres que, cosas mayores que las que Él había hecho, ellos también harían.  Esa misma palabra es para nosotros hoy. Jesús nos dejó autoridad sobre todo lo creado a través de su obra perfecta. Nos  escogió como habitación para morar y decidió darnos autoridad sobre todo, mayor que  la que tuvo Él.

Igual que los discípulos, Jesús y el Padre sabían que en algún momento nos íbamos a encontrar enfrentando muchas circunstancias que podrían parecer una tempestad, ante la cual quizá no íbamos a saber cómo reaccionar. Por eso, cada vivencia con los discípulos fue un modelaje para que partiéramos de él a tener las mayores cosas que Él prometió que haríamos. Es triste pensar que hemos estado tan absorbidos por el sistema de religiosidad y estructuras que se han tragado la autoridad de los hijos de Dios. Escuchamos más lo que nos dice el sistema de este mundo y como ha decidido que debe funcionar la iglesia, bajo sus normas y protocolos, que lo que dijo Jesús. No nos cuestionamos donde ha quedado el poder y la autoridad que mostraba la iglesia de Hechos. Nos hemos conformado con lindas palabras de fe, que hablan y prometen futuras manifestaciones,  pero de la iglesia de poder y autoridad, no estamos mostrando nada.

La palabra nos enseña que la tierra clama esperando la manifestación de los hijos de Dios, y es que realmente tiene que llegar un despertar a la iglesia. Tú y yo somos parte de esos hijos por los que la tierra está esperando. No sé si puedes escuchar la voz de la tierra que grita: “Despierta el Cristo, está dentro de ti, despiértalo”. Y es que el reino está en nosotros. Jesús nos dijo que el reino es aquí y es ahora. Hay que despertar el Cristo que duerme en nosotros y comenzar a manifestar lo que somos en esta tierra. Lo eterno que vive en nosotros tiene que hacerse manifiesto en este tiempo. Así que vamos, hoy te invito a que te conectes con lo eterno y despiertes al Cristo, Él espera ser manifestado y que a través de ti y de mí, cualquier tempestad sea calmada. Bendiciones.

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