Hace unos meses atrás me encontré con una persona que no veía hace mucho. Justo ese día, la persona había pasado un muy mal rato con alguien y estaba fuera de control. Hablamos un rato sobre su disgusto y me dijo muy claramente que esa misma noche iba a tomar venganza de la otra persona, que se las iba a pagar, como decimos en nuestro buen español. Recuerdo que le pregunté: ” ¿ tu tienes nietos? – si, claro- me contestó. ¿ Los amas mucho? – por su puesto, son la luz de mis ojos. Y, ¿ conoces la ley de siembra y cosecha? – no sé de que me hablas- me dijo.
Y el asunto es que existe una ley de la que no podemos escapar, la conozcocamos o no, nos afecta, creas en ella o no, te afecta. Los niños no conocen la ley de gravedad y no por eso flotan. De igual forma pasa con la ley de la siembra y la cosecha. Lo que hoy siembres hoy, mañana lo cosecharás. Y no solo te afectará a ti, afectará también a los tuyos. La palabra nos enseña que el que siembra viento, cosecha tempestades. Porque, siembras solo una semilla, pero cosechas un árbol con abundancia de frutos. De igual manera es esta ley.
Por eso, cuida lo que estás sembrando. Cada acto tuyo es una semilla que, irremediablemente, dará fruto y será multiplicado. Así que piensa hoy, que quieres comer mañana. Porque hoy estás comiendo de lo que sembraste ayer. Si no te gusta el fruto, debes cambiar la semilla. Piénsalo, valorate y toma control de lo que quieres sembrar para que puedas cosechar el fruto correcto. Bendiciones.
