Errores son algo que cometemos a diario.
Y ciertamente, como dice un escrito que he leído en ocasiones: “Cuando hago todo bien, nadie lo nota, pero si cometo un error, todos lo ven”. Aveces somos muy prestos para ver los errores, pero ¿ cuánto estamos para levantar a aquel que se equivocó? ¿Cuánto podemos perdonar una ofensa o un error? ¿Cuánto puedes dejar de medir si el otro merece el perdón o no?
Eso es lo que hace la gracia. Quizá no lo mereces, pero su gracia va por encima de cualquier falla y te perdona.
Si hoy te sientes señalado, cargado de culpa, dolor, solo puedes mirar tus fallas y no sabes como levantarte, sal corriendo al trono de la gracia, donde alcanzarás misericordia para el oportuno socorro.
Y si eres tu quien está señalando o mirando el error de tu prójimo y estás listo para emitir un juicio, sin recordar que tu también puedes caer, corre también a la gracia y no tomes la ofensa, suéltala. Libérate de cargar la ofensa o el error de otro. Tu salida hoy, para alcanzar la paz, es el perdón. Es por su gracia, un regalo que no merecemos, pero se trata de su perfecto amor, el que cubre multitud de pecados. Toma el regalo y se libre en el nombre de Jesús. Bendiciones.
