Apego

3

De niña, solía padecer de problemas de hemoglobina,  y todo el que conoce los síntomas de esto, sabe que uno de ellos es un cansancio continuo. De adulta ya no tenía el problema  de la hemoglobina pero por alguna razón, noté durante algún tiempo que vivía agotada, no importaba si descansaba bien o no. Siempre me sentía agotada, drenada, sin fuerzas.  En una ocasión le dije al Señor: Yo necesito encontrar la causa de este cansancio constante.  Algunos días más tarde recuerdo, en una enseñanza gloriosa de la casa, mi pastor nos enseñaba como nos mantiene agotados el compartir o mantener una relación de apego incorrecta. Y es que, muchas veces no sabemos cómo cortar o soltar una relación que nos carga, nos quita la energía, nos demanda más de lo que nos da.  Pero como tenemos cariño por las otras personas, muchas veces hasta pena, no nos damos cuenta como este tipo de relaciones nos drenan y agotan, no solo emocional, sino también, físicamente. Podemos tener relaciones incorrectas y  de apego con un familiar, con alguna amistad, con nuestra pareja, con algún compañero de trabajo, con cualquiera,  pero no nos damos cuenta. Es este tipo de relación donde cargas a alguien que no crece ni cambia su situación y tampoco te deja crecer ni seguir adelante a ti. Hay personas que, no importa cuántos recursos tengan, cuanto las aconsejemos, cuanto tratemos de guiarlos para toma de decisiones diferentes, nunca quieren cambiar. Mantienen una posición de victima en la que todo el mundo es culpable de sus situaciones, menos ellos. Culpan a los padres,  al jefe, a la pareja, al vecino, hasta el perro. Pero ellos nunca asumen responsabilidad. Y lo más triste de todo es que causan en nosotros esta profunda pena que nos hace sentir que si los dejamos o soltamos, no tienen a nadie ni tienen más recursos. Hoy quiero decirte, lo que descubrí: Yo era la piedra que no le permitía tomar otras decisiones ni cambiar. Yo tomaba decisiones por la persona. Era como un muro de defensa para cubrirla de cualquier daño y no me atrevía soltarla porque pensaba que podía tomar decisiones equivocadas o que sin mi no iba a saber qué hacer.   Y no me daba cuenta cuan drenada estaba física y mentalmente.

Pero cuando pude ver mi error y el daño que me estaba haciendo, no solo a mí, sino también a la otra persona, tuve que soltar. Definitivamente eso trajo un crecimiento a la vida de ambos. Fue difícil, pero totalmente necesario. Todo aquello que pesa no te deja avanzar, no te permite crecer.

No trates de hacer el trabajo que ya hizo Jesús en la cruz. La obra redentora fue de Él. El verdadero amor es firme, toma decisiones para crecer y no para destruir. Soltar a alguien para que comience a tomar decisiones no significa que no lo ames, porque el verdadero amor desea la transformación y el crecimiento. No es manejado por la pena y el “ay bendito”. La pena destruye.  

No sé a quién tengas que soltar hoy. Si tú como yo, te sientes cansado, drenado, física, mental y emocionalmente,  es hora de soltar. Jesús es tu descanso y es el único que puede llevar a quien tanto te carga a tomar decisiones por su vida y a ser transformado en su interior. No sigas intentándolo tú, se firme y justo contigo mismo y con los demás. A veces no nos damos cuenta a quién más podemos estar destruyendo por tener los apegos incorrectos en nuestra vida. Para ser pleno y estar completo, solo necesitas a Jesús, en Él está la plenitud.  Ya no te cargues mas, recuerda que soltar es amar, aunque no te parezca así.  Bendiciones

Related Posts

Leave a Reply

My New Stories